Estar al mando de un grupo de personas no es sencillo, más aún si de verdad quieres ser de influencia y que te sigan, que hagan y actúen como tú quieres en pro de mejorar cualquier aspecto, sea en tu trabajo o comunidad.

Un verdadero líder es capaz de inspirar y cambiar la visión de sus seguidores; pero para cambiar dicha visión no es suficiente liderar desde la palabra o la intención. Las personas deben creer en ti, y en algunos casos debes convertirte en ese ver para creer, debes ser ese líder que se remanga la camisa y está dispuesto a involucrarse en lo que se está haciendo, ahí está el reto.

1. De quién aprendimos

   Viajamos unos años atrás cuando éramos pequeños y nuestras familias nos enseñaban a “portarse bien” y en ese proceso de aprendizaje había cosas como: no hablar con la boca llena, respetar a los mayores, aprender a compartir, pedir la palabra, escuchar a los demás… ¿Lo recuerdas?

   Es así como en este núcleo aprendimos valores, principios básicos de educación y normas generales que observamos de nuestros padres y que poco a poco fuimos adquiriendo. Es decir, que en los primeros años de vida aprendimos de su ejemplo.

2. El verdadero reto

   Ahora bien, para liderar con el ejemplo y hacer uso de esta herramienta como técnica de motivación en nuestro equipo de trabajo no es nada fácil, debe existir congruencia entre el decir y el hacer. Ayudar para ser ayudado; respetar para ser respetado; escuchar para ser escuchado…

   De acuerdo con Pilar Ospina Lara y Paula Andrea Pineda, Master Coaches e Instructoras en Programación Neurolingüística, explican que “el ejemplo es la coherencia entre lo que pienso, lo que siento, lo que digo y lo que hago”. En este sentido, cuando esto no sucede, se pierde la confianza, el respeto y se deteriora el clima laboral.

   Entonces, cuando tú como líder pides eficacia, logro de objetivos, cumplimiento del horario, trabajo en equipo e incluso buena actitud y no cumples con ninguna de las anteriores tendrás como resultado un efecto negativo en tu equipo. De esta manera, pierdes veracidad en tus acciones, lo que genera un descontento y críticas de voz a voz en tu ambiente laboral.

   Cabe destacar que, no por ser parte del proceso deberás intervenir en cada tarea, el liderazgo también se caracteriza por delegar las diferentes labores; pero si es necesario hacer seguimiento y compartir tu experiencia y visión para orientar en la resolución de los problemas que se presenten y favorecer el logro de los objetivos.

3. Sé un líder diferente

   Por otro lado, dentro de las empresas, en la relación existente entre intermedios y colaboradores, ocurre algo muy particular y es que los colaboradores siempre esperan algo más de sus superiores. ¿Qué quiere decir esto? Están esperando ese lado humano que se traduce en buen trato y en reconocimiento. Además, quieren ver si cumplen con lo que se les pide por parte de la directiva.

   Howard Gardner define al Líder como “una persona que, mediante la palabra y el ejemplo personal, influye de tal forma que se manifiesta en las conductas, pensamientos y sentimientos de otras personas”.

   Sí, las personas que quieres influenciar y que tienes a cargo esperan más de ti, de tus acciones y lo que prometes. Necesitan ver que estás dispuesto a dar el todo por ellos y la organización que representas, que eres una persona confiable, que te interesas por el bienestar de los demás, qué te involucras en el proceso y por sobretodo que tu también cumples con lo que se te pide o lo que quieres lograr. En otras palabras, conviértete en un líder que inspira desde el ejemplo.

   En nuestro programa de formaciones puedes desarrollarte y practicar los pasos que te llevarán a un liderazgo a la máxima potencia. De esta manera, te compartimos 3 acciones importantes que lograrás liderando desde el ejemplo:

   1. Generas confianza a tu equipo de trabajo a la hora de realizar las actividades y cumplir con los objetivos.

   2. Favoreces la propuesta de nuevas iniciativas.

   3. Puedes establecer mayor influencia en tu equipo.